Mañana 28 de enero se cumplen 167 años del natalicio de José Martí Pérez, el héroe nacional de Cuba; este gran hombre fue para nosotros lo que fue George Washington o Abraham Lincoln para los norteamericanos. Nacido en un humilde hogar de un soldado español, desde jovencito aprendió el amor a su patria esclava, por eso tan pronto como pudo intentó hacer algo por romper las cadenas políticas que unían a su isla nativa con la península ibérica, lo cual le llevó a la cárcel a la temprana edad de 17 años. Yo visité las famosas canteras donde trabajó en La Isla de Pinos cuando era un adolescente. Allí pude ver la Biblia, que manos piadosas pusieron en sus manos y que le dieron el alivio espiritual y moral que necesitaba. Fue en las páginas de la Biblia y en el Sermón del Monte de Jesucristo donde aprendió a cultivar las rosas blancas del perdón.
Lamentablemente su nombre ha sido mancillado y deshonrado por políticos deshonestos que le han querido usar como telón de fondo para sus mezquinos intereses. Al cumplirse un aniversario más de su natalicio ocurrido el 28 de enero del año 1853, los cubanos que vivimos en la patria de Lincoln no podemos olvidar a aquel que dijo «Cultivo una rosa blanca en junio como en enero para el amigo sincero que me da su mano franca, y para el cruel que me arranca el corazón con que vivo, cardo ni ortiga cultivo, cultivo una rosa blanca» Martí aprendió la doctrina del amor y del perdón leyendo los Evangelios, fue en las páginas del Libro Sagrado que él aprendió que solo el amor construye. Su fe en Dios, aunque siempre imperfecta, le dio la visión de que Dios es el Padre de todos los seres humanos, por eso él constantemente invocaba al Todopoderoso para emprender las tareas de la liberación de su patria y de la dignidad plena del hombre, que era su mayor aspiración. En este nuevo aniversario de su natalicio recordemos que todavía hay tiempo de cultivar rosas blancas de amor y no rosas rojas de odio.
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Hoy, tercer lunes de enero, se celebra en esta nación el Día de Martin Luther King Jr., se hace en honor de una de las personas que más ha influenciado en la vida de este país en el siglo pasado. Este hombre de la raza negra sufrió como muchos de su raza en su tiempo por la discriminación racial que en este país era costumbre. Mas, lleno del amor de Dios y con el valor que Dios da a los que luchan por causas nobles, decidió ¡soñar en grande! Sus palabras «Aun tengo un sueño, y es que mis cuatro pequeños hijos algún día vivirán en una nación donde no sean juzgados por el color de su piel, sino por su carácter» estas palabras pronunciadas en el mes de agosto del año 1963 en el Lincoln Memorial de Washington se convirtieron en el grito de lucha de los esfuerzos no violentos de este hombre para lograr el fin de la segregación racial y la justicia para las personas de color de América.
El Dr. Martin Luther King fue un pastor bautista del Sur, por sus luchas por la igualdad racial en su país fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz en 1964; el Dr. Billy Graham, recientemente fallecido, fue su amigo personal. Los cristianos debemos luchar contra todo tipo de discriminación, ya sea racial, económica, religiosa o social, eso no quiere decir que aplaudamos a las personas que hacen cosas malas a la luz de la Palabra de Dios. La Biblia condena la violencia, la Biblia condena el aborto, la Biblia condena el homosexualismo. La Biblia condena todo lo que denigre al hombre, por eso nos oponemos a todo tipo de sistema que sojuzgue los derechos elementales del ser humano, por eso oramos y trabajamos para que la verdad, la justicia y el amor reinen en este mundo. Para ello es necesario que el Evangelio de Jesucristo sea predicado «hasta lo último de la tierra» (Hechos 1:8). Ningún sistema social es perfecto, pero cuando los hombres buscan agradar a Dios, cuando los hombres ven en otros hombres a hermanos y no a enemigos, cuando el hombre deja de ser lobo de hombre para convertirse en hermano del hombre, eso es ¡Soñar en Grande! El comienzo de un año nuevo debemos enfrentarlo con planes para el mismo; estos planes deben ser hechos con sabiduría (Proverbios 1:7). Las empresas comerciales, los gobiernos y toda institución seria hace planes para el futuro. Lo mismo debemos hacer en el seno familiar. Hacer planes nos da oportunidades para varias cosas. Veamos algunas:
El problema con los planes es que a veces hacemos planes utópicos, cuando debemos hacer planes realistas. Aunque la fe del creyente juega un papel fundamental en el éxito de cualquier empresa, lo cierto es que los planes que hagamos deben ser realistas, flexibles y sobre todo que coincidan con la voluntad de Dios. Tal vez es ahí donde más fallamos ¿cómo saber si mis planes coinciden con los planes de Dios? La Biblia es nuestra carta de navegación. La Biblia es nuestro GPS para el éxito, de ahí la importancia de acudir a ella en busca de sus sabios consejos ¿Lo haces? ¡Inténtalo y verás que te irá bien! Amén. Estamos comenzando un año nuevo. No sabemos que traerá el año 2020. Sabemos, por ejemplo, que es un año en que se celebrarán en noviembre las elecciones presidenciales de esta gran nación. Hay muchas predicciones al respecto, en el Capitolio suenan los tambores de guerra contra la actual administración. La nación está dividida como nunca antes había estado, pero no podemos olvidar que los cristianos sabemos que lo que suceda es porque Dios lo ha permitido con algún propósito, a veces desconocido para nosotros. En el libro del profeta Habacuc, capítulo 3, versículo 17 y 19, hay una oración que sería bueno recordar en estos tiempos de incertidumbre y preocupación. La oración fue dicha en tiempos difíciles, parecidos a los nuestros. La historia se repite. Cambian los escenarios y los actores, pero el drama humano es el mismo. Veamos tres ideas que contiene La Oración de Habacuc, que nos haría mucho bien tener presente para el nuevo año que estamos comenzando.
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AutorNilo Domínguez Archivos
Enero 2021
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