Vivimos en una nación libre y donde se proclaman, a bombo y platillo, los derechos de los seres humanos, pero lo que algunos no saben es que a veces ha costado muy caro obtener esos derechos. Un día como hoy, 26 de agosto, pero del año 1920 se aprobó La Enmienda no.19 de la Constitución de los EEUU dando el derecho al voto a las mujeres.
Delante de Dios todos los seres humanos tienen los mismos derechos, aunque no es un secreto para nadie, que en algunas culturas y sociedades las mujeres han sido marginadas y discriminadas. Todavía eso existe en los países árabes y de cultura musulmana, donde la mujer es una mercancía que se vende y se compra. El mal ejemplo lo dio el mismo Mahoma que según se dice llegó a tener 14 mujeres. La poligamia ha sido un mal muy antiguo, aun en la Biblia se habla de eso, no porque agradara a Dios, sino porque era una lamentable costumbre de la época; pero con Jesucristo todo ha cambiado. Cristo no sólo trajo liberación moral y espiritual a los seres humanos, sino que emancipó a muchos que vivían oprimidos, discriminados y explotados. Las mujeres han sido especialmente exaltadas y ennoblecidas por el cristianismo. Si alguien tiene que ser agradecido con Jesús, son las féminas. Nació del vientre de una mujer, tuvo entre sus mejores colaboradores mujeres, las dignificó y las ennobleció; aun en la cultura judía las mujeres no tenían muchas oportunidades de sobresalir. Cristo las elevó. Cristo las dignificó. Cristo las ennobleció. El derecho al voto es un derecho que debe tener toda persona que viva en una democracia. La palabra democracia significa eso, gobierno del pueblo; pero lamentablemente en muchos países hay una seudodemocracia donde gobiernos dictatoriales simulan elecciones libres. Los cubanos lo saben bien. Todos debemos tener el derecho a votar y elegir a nuestros gobernantes, y tenemos la responsabilidad de orar por ellos para que honren a Dios, el Supremo Gobernante del Universo (1ra de Timoteo 2:1-4)
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En el mes de agosto del año 1945 ocurrieron las explosiones de las dos primeras bombas atómicas lanzadas en tiempo de guerra; una fue lanzada el 6 de agosto y la otra el 9 de agosto del mismo año.
La opinión pública mundial está dividida sobre si era realmente necesario lanzar estos artefactos nucleares de destrucción masiva o no; eso lo dejamos a la historia, lo cierto es que fueron lanzadas sobre dos ciudades japonesas que fueron literalmente borradas del mapa. He aquí los hechos: Hiroshima: Fue bombardeada por la primera bomba atómica lanzada el 6 de agosto de 1945. La tercera parte de su población de 320,000 habitantes fue muerta inmediatamente y 62,000 viviendas fueron destruidas de un total de 90,000. Nagasaki: Fue bombardeada tres días más tarde el 9 de agosto de 1945 pereciendo 40,000 de sus habitantes y muchos más heridos; este golpe demoledor hizo que el imperio japonés colapsara. El 14 de agosto el emperador Hirohito capituló y los japoneses se rindieron. El 2 de septiembre de ese año a bordo el acorazado Missouri, la nave insignia de la flota americana del Pacifico, fue firmada la rendición de Japón a los EEUU en presencia del General Douglas MacArthur, jefe de las tropas americanas del Pacifico. Han pasado 74 años de esa horrible experiencia que sacudió al mundo. Ojalá que nunca más se repitan hechos como estos, por eso abogamos por un mundo desnuclearizado; apoyamos todos los esfuerzos que se hagan por erradicar de la faz del planeta tierra las armas nucleares. Lamentablemente todavía hay naciones que las tienen y que no dudarían en usarlas llegado el caso. No es secreto para nadie que hay países enemigo de EEUU que las tienen; no sabemos la cantidad ni el poder destructivo de las mismas, aunque dicen los expertos que las bombas lanzadas sobre las dos ciudades japonesas en agosto de 1945 son juguetes comparadas con las de ahora. Oremos porque nunca se repitan hechos como estos. (Juan 14:12) El mes de agosto es el octavo mes de nuestro calendario, su nombre se lo dio el emperador Augusto César; en el calendario romano era el sexto mes, y en este mes han nacido diferentes personalidades. Unas han sido positivas y otras negativas. La Biblia dice que «por sus frutos los conoceréis», esto quiere decir, que lo que usted haya hecho en la vida lo aprobará o lo desaprobará. Veamos.
6 de agosto: Del año 1881 nació el famoso científico inglés Alexander Fleming descubridor de la penicilina, antibiótico que ha salvado a millones de vidas en el mundo. 13 de agosto: Del año 1926 nació Fidel Castro Ruz personaje de triste recordación para el pueblo cubano… 15 de agosto: Del año 1769 nació en Francia quien sería el emperador Napoleón, quien dijo «Las bayonetas sirven para todo menos para sentarse sobre ellas» la moraleja usted la conoce… 19 de agosto: Del año 1872 nació el inventor norteamericano Orville Wright uno de los pioneros de la aviación. 20 de agosto: Del año 1778 nació en Chile el gran libertador sudamericano Bernardo O’Higgins. 26 de agosto: Del año 1743 nació en Francia el gran médico microbiólogo Antoine Lavoisier. 28 de agosto: Del año 1749 nació en Alemania el gran escrito Johann Wolfgang von Goethe, equivalente al Cervantes de España. También el mismo día, pero del año 1828 nació en Rusia el famoso escritor Leon Tolstoi una de las glorias de la literatura universal. Todos estos personajes nacieron en el mes de agosto, pero de diferentes años, y todos hicieron algún aporte a la humanidad; unos fueron positivos y el mundo los bendice; otros fueron negativos y el mundo los maldice. Las conclusiones las hará usted, amable lector. Qué bueno que el mundo nos pueda recordar por nuestras buenas obras, y no porque hemos dejado una estela de odio y destrucción como algunos han hecho tristemente. Ayer arribé a la edad de 81 años. Nací el 4 de agosto en el año 1938 en un pueblito de Cuba llamado San José de las Lajas en la antigua provincia de la Habana, hoy Mayabeque. Mi padre tenía una farmacia, éramos una familia de la clase media. Los hermanos de mi padre eran personas acomodadas, pero nosotros no; aunque teníamos una gran riqueza espiritual éramos una familia religiosa, católicos romanos.
Sin embargo, en mi casa Jesús era el gran desconocido; se hablaba de la Virgen Maria y de todos los santos, pero a Jesús sólo se le mencionaba en Navidad como el Nino de Belén; fuera de eso no se mencionaba más. No obstante, un día Dios tuvo misericordia de mí y conocí a Jesucristo en las páginas del Nuevo Testamento; los católicos de mi época no conocíamos ese libro. Yo tenía 14 años en ese tiempo y me había trasladado a otro pueblo, Güines, para estudiar en el Instituto de Segunda Enseñanza que allí existía. Cuando leí los Evangelios, Mateo, Marcos, Lucas y Juan, me enamoré de Jesucristo; cuando leí el libro de Los Hechos de los Apóstoles me enamoré de los primeros cristianos que estaban dispuestos a dar sus vidas por Jesucristo; pero cuando llegué al libro llamado Romanos, una carta del apóstol San pablo, allí hice tres grandes descubrimientos que cambiaron mi vida para siempre.
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AutorNilo Domínguez Archivos
Enero 2021
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