El 4 de julio del año 1776 fue firmada en Filadelfia la famosa Declaración de Independencia de esta nación. Las trece colonias estaban inconformes con las leyes fiscales que venían de Inglaterra. El rey Jorge III no atendió los reclamos de los colonos ingleses en América del Norte, que ya se sentían mayores de edad y pensaban que esta gran nación ya había llegado a la mayoría de edad y que por lo tanto debía gobernar sus propios negocios.
Después de algunos incidentes violentos donde se derramó sangre esta inconformidad se tornó anhelo de libertad e independencia. Así es como los delegados al II Congreso Continental toman la decisión de declarar su independencia de la corona inglesa. Un total de 56 personas firmaron el famoso documento que hoy se guarda celosamente como un tesoro de inapreciable valor. La Declaración fue redactada por tres grandes y brillantes hombres, Thomas Jefferson, Benjamin Franklin y John Adams. Se dice que el más culto de ellos era Benjamin Franklin, pero el que la escribió de su puño y letra fue Thomas Jefferson, que tenía una letra muy hermosa. La redacción de esta Declaración fue en un tono elevado sin amarguras ni palabras indecorosas. Se hacía valer la importancia de la libertad del ser humano, independientemente de su raza, sexo, nivel social, religión, etc.; no cabe dudad de que sus redactores tenían valores cristianos. Todos eran cristianos fervientes y miembros de las iglesias protestantes de la época (bautista, metodista, presbiterianos, etc.); esta declaración fue circulada ampliamente. Se hicieron copias y hombres a lomo de caballos fueron por las más importantes de las 13 colonias dando a conocer su texto. La Declaración de Independencia se considera como el documento más sagrado de la nación americana, sólo comparable con la Constitución o La Biblia. La libertad es después de la vida misma el don más sagrado y valioso que el Creador ha dado al ser humano, pero cuando la libertad política no va acompañada de la libertad espiritual que Cristo da esta corre peligro de convertirse en libertinaje. (Juan 8:32 y 36)
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AutorNilo Domínguez Archivos
Enero 2021
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