En el mes de agosto del año 1945 ocurrieron las explosiones de las dos primeras bombas atómicas lanzadas en tiempo de guerra; una fue lanzada el 6 de agosto y la otra el 9 de agosto del mismo año.
La opinión pública mundial está dividida sobre si era realmente necesario lanzar estos artefactos nucleares de destrucción masiva o no; eso lo dejamos a la historia, lo cierto es que fueron lanzadas sobre dos ciudades japonesas que fueron literalmente borradas del mapa. He aquí los hechos: Hiroshima: Fue bombardeada por la primera bomba atómica lanzada el 6 de agosto de 1945. La tercera parte de su población de 320,000 habitantes fue muerta inmediatamente y 62,000 viviendas fueron destruidas de un total de 90,000. Nagasaki: Fue bombardeada tres días más tarde el 9 de agosto de 1945 pereciendo 40,000 de sus habitantes y muchos más heridos; este golpe demoledor hizo que el imperio japonés colapsara. El 14 de agosto el emperador Hirohito capituló y los japoneses se rindieron. El 2 de septiembre de ese año a bordo el acorazado Missouri, la nave insignia de la flota americana del Pacifico, fue firmada la rendición de Japón a los EEUU en presencia del General Douglas MacArthur, jefe de las tropas americanas del Pacifico. Han pasado 74 años de esa horrible experiencia que sacudió al mundo. Ojalá que nunca más se repitan hechos como estos, por eso abogamos por un mundo desnuclearizado; apoyamos todos los esfuerzos que se hagan por erradicar de la faz del planeta tierra las armas nucleares. Lamentablemente todavía hay naciones que las tienen y que no dudarían en usarlas llegado el caso. No es secreto para nadie que hay países enemigo de EEUU que las tienen; no sabemos la cantidad ni el poder destructivo de las mismas, aunque dicen los expertos que las bombas lanzadas sobre las dos ciudades japonesas en agosto de 1945 son juguetes comparadas con las de ahora. Oremos porque nunca se repitan hechos como estos. (Juan 14:12)
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AutorNilo Domínguez Archivos
Enero 2021
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